miércoles, 13 de enero de 2010

FITO

El pasado 21 de diciembre, Jonan, me convenció sin mucho esfuerzo para que fuesemos a ver al Gran Fito en concierto en el BEC. Servidor, que carece de personalidad y no sabe decir que no, se fue para allá y disfrutamos de dos horas y pico de Rock'n'Roll. Os dejo con la crónica del Correo y las fotos de Jonan (una vez más gracias).

COMO PEZ EN EL AGUA

Nadie es más profeta en su tierra que Fito. Ningún músico de este lado de los Pirineos es capaz de convocar a más de 32.000 almas en las dos citas bilbaínas de una gira que va camino de igualar los registros de su histórico tour de hace tres años.

Da igual que su imagen no sea glamourosa, ni su propuesta original, precisamente. El rock de autor del bilbaíno bebe de la tradición asfáltica española que parte de Leño y Burning, flirtea con el AOR y el heavy clásico (esas guitarras dobladas), se alimenta de clasicismo (Ritmo y blues, R&R), abunda en modismos springstinianos (saxos, correteos Fender al hombro...), pisa el territorio de Secretos y Rodríguez en sus medios tiempos campestres y marineros, evoca a Mark Knofpfler y JJ Cale en su limpio y cadencioso sonido de guitarra y su lírica abunda en los lugares comunes del granuja con buen corazón.

Pero en esos ingredientes y en su creíble perfil de majete honesto se basa el carisma del Fito, un compositor con gran olfato para tocar fibras sensibles, cuyo inaudito poder de convocatoria abarca a adolescentes, gente madura e incluso familias con niños. Puede que el de Zabala juegue con las cartas marcadas, pero lo hace con la convicción del rockero con cultura de bar sobrevenido en estrella accesible, cotidiana y desmitificadora del oropel rockero.

Fito llevará su procesión por dentro, pero en directo se mueve como pez en el agua. Cuenta además con un respaldo musical de lo mas sólido. Sus Fitipaldis son una especie de E Street Band hogareña que, aun revitalizada en la base rítmica, tiene su sello diferencial en el cálido Hammond y piano del donostiarra Joserra Senperena, el saxo a lo Clarence Clemons de Javier Alzola y en el comedido virtuosismo del cotizado guitarrista Carlos Raya.
En su tercer macroconcierto bilbaíno de los últimos años, calentaron La Cabra Mecánica, apropiados teloneros que pasaron revista a quince años de trayectoria como 'jam band' canallesca permeable a la rumba, el swing latino y el rock de la plaza del pueblo. Su líder, Lichis, dio pistas de por dónde irá su nueva encarnación fronteriza ('Miguelito') antes de emular a Coque Malla en una versión mestiza de 'Barra Americana' junto a un Fito que le presentó como «gran letrista y mejor persona».

Con su sempiterna imagen de gorra, camiseta, botas y vaqueros pitillo, el de Zabala comenzó a desatar el delirio colectivo con el tema homónimo de su nuevo disco y gira 'Antes de que cuente diez', que engarzó con 'Un buen castigo' y un 'Por la boca vive el pez' en la estela de Los Rodríguez y su compañero de carretera y manta Calamaro.
Previo saludo con guiño bilbaíno, y un ambiente futbolero que presidió todo el bolo, Fito recordó a Bob Seeger en 'Viene y va' y cogió aire introduciendo, cual Knopfler en 'Local Hero', 'Me equivocaría'. A Argiñano invocó en 'Como pollo sin cabeza', un blues eléctrico apoyado en el 'bottleneck' de un Carlos Raya que iba ganando protagonismo a medida que el sonido mejoraba.

'Jam' campestre

En la vena convencional de Dire Straits, 'Me acordé de ti' sirvió de transición al 'Todo a 100' de Lichis, que Fito no hizo con el cabrero sino corriendo por la pasarela frontal como un 'Boss' casero. Tras la balada '14 vidas son dos gatos', los músicos se alinearon en el frente del escenario para lo que Fito anunció como «una fiesta campestre». Fue en realidad una jam instrumental en clave sureña y fronteriza que Raya con su lap steel y Senperena al acordeon condujeron, no por el 214 de Sullivan Street sino por los 'bayous' y la calle Bourbon de Nueva Orleans, mostrada en la gran pantalla del más cuidado escenario.

Tras la plateriana 'Quiero beber hasta perder el control', del iniciático 'A puerta cerrada', y el citado dueto con protagonismo para el colega Lichis, el órgano eclesial introdujo la balada 'Que me arrastre el viento', que Raya y Fito situaron a caballo entre Calexico y Ray Lamontagne.

Fito y sus Fitipaldis subieron las revoluciones con 'Whisky Barato', desatada con piano galopante a lo JL Lewis. Allí no estaban ni Pereza ni El Canto, pero a Fito le lanzó alguna de las muchas chicas presentes un sujetador rosa que recibió con un «que ya no tengo edad...». Entre gritos de la hinchada, el Fito rockero templó con la novedosa 'Tarde o temprano' antes de que las coreadas masivamente 'La casa por el tejado' y 'Soldadito marinero' precedieran a un bis que arrancó en vena intima. Sentados en primera línea, Fito y Raya recordaron a los últimos Platero con 'Al Cantar' y se despuidieron con un 'Corazón oxidado' que cerró poco mas de dos horas de comunión masiva.

Fito jugaba en casa, y de nuevo llegó, vio y venció. Hoy repite «con el mismo planteamiento».


1 comentario:

Soy Jonan el anónimo dijo...

Es la pera, la foto de Markos ¡perfecta! Todo nítido.
Le digo a Markos que me saque una foto y no solo sale borrosa sino que hasta salen movidas y torcidas las letras de la camiseta.
El próximo concierto me llevo un trípode para la cámara (además del mío quiero decir)