sábado, 23 de enero de 2010

7º CONCURSO DE RELATOS CORTOS


Hola a tod@s.
Como ya sabéis algunos, a mi aita en ocasiones le da por escribir. Ha vuelto a participar en el 7º Concurso de relatos cortos de La Libreria de Deusto cuyo tema era "La primera vez" y esta ocasión ha sido distinta a las anteriores ya que esta vez ha ganado y el premio fue un lote de libros estupendos y el reconocimiento de los compañeros de concurso. Mi amatxu se ha encargado de que todo el mundo se entere (mi aita no lo ha dicho a casi nadie) y ahora todos exigen que el texto se publique en este blog y como la audiencia es soberana, ahí lo tenéis. Esperamos que os guste. Muxus


NO LO VÍ VENIR

Sinceramente, creí que aquella primera vez sería la última. Con el tiempo le siguieron muchas otras pero aquella primera vez es, sin duda, la que mejor recuerdo, quizás porque no lo vi venir.


Paseábamos agarrados de la mano como recién enamorados a pesar de que llevábamos casi un año viviendo juntos. Sin duda, Diego era el hombre con el que deseaba compartir el resto de mis días y daría mi vida por él sin pensarlo. Como cualquier pareja, las discusiones y diferencias aparecían de tarde en tarde pero nuestro amor era joven e impetuoso y, hasta el momento, siempre desembocaban en una reconciliación que, en nuestro caso, significaba sexo en grandes dosis.


Aquella noche, a escasos pasos de nuestra casa, el destino quiso que volviese a disfrutar de aquella sonrisa imposible de olvidar. Enrique había sido y seguía siendo, sin que Diego lo supiera, mi amor platónico. Se deslizaba por la calle terriblemente fashion como era habitual en él; un fular a juego con los zapatos de charol, americana clásica con hombreras y pantalones de terciopelo tornasolado. No era de extrañar que Enrique, Kike para los amigos, fuese la sensación de los locales de ambiente de la ciudad. Nos fundimos en un largo y cariñoso abrazo mientras Diego observaba a nuestro lado; hice las pertinentes presentaciones, rememoramos viejos tiempos durante unos minutos y nos intercambiamos los móviles. Tras otro fuerte abrazo nos despedimos con la promesa en el aire de vernos cuanto antes y ponernos al día de nuestras vidas.


Ni en el portal, ni en el ascensor, me percaté de que algo turbio pesaba en el aire ya que me encontraba absorta en la narración de las mil aventuras que viví junto a Enrique en la facultad. Entramos en el hall de casa y no lo vi venir.


Un intenso calor estalló sobre mi mejilla e inmediatamente después un dolor punzante atravesó mi oído. Me encontraba tirada en el suelo, la cabeza me retumbaba y un líquido resbalaba por la comisura de mis labios. Alzando la mirada únicamente pude ver los zapatos de Diego y en pocos segundos fui consciente de que algo terrible me acababa de ocurrir ya que estaba gritándome como un poseso. En cualquier caso, no podía creer lo que me estaba ocurriendo. Al intentar incorporarme sentí mil agujas entrando en mi cabeza; me había inmovilizado retorciéndome el pelo, se acercó a mi cara y me gritó: “TE LO REPITO POR ÚLTIMA VEZ!! QUIÉN COJONES ES ESA LOCA MA-RI-CO-NA?!?!”. Aguanté su mirada inyectada en odio y como pude susurré: ”Es…Enri..Enrique y…no e..es loca, es gay y un buen….ami…go.” Trágico error. Me lanzó contra el suelo y al girarme comprobé horrorizada a través de mis ojos nublados cómo Diego se abalanzaba sobre mí y, al acercarse lo bastante, lanzó una terrible patada hacia mi estómago. Un instante después, me encogí de dolor, estaba sin aire, las lágrimas brotaban tímidamente. La luz se apagó, un portazo.


No me moví en horas. La puerta. La luz. El pánico. Un brazo me rodeó por el cuello y el otro pasó por debajo de mis rodillas tratando de levantarme. Intenté zafarme arrastrándome por el suelo, pataleando a ciegas, chocando contra la pared. Diego insistió y acabó por llevarme en volandas para tumbarme en la cama de nuestra habitación. Desapareció unos instantes y volvió. De espaldas a él y sin moverme un ápice, noté la humedad del algodón intentando limpiar mi cara y su alma. Mientras tanto, una voz áspera con aliento a ginebra me imploraba perdón y me mentía prometiendo que no volvería a suceder. En la oscuridad de la habitación brillaban mis ojos temblorosos mientras hacíamos el ¿amor?


Por la mañana, temblando a pesar del calor de aquel verano, me deslicé desde la cama hasta el baño. Me desnudé y en el reflejo del espejo observé restos de sangre seca en mi cara y hematomas que cubrían parte de mi rostro y mi vientre; me lancé hacia el inodoro y vomité hasta que sentí el vacío en mi interior. Al salir de la ducha, Diego, luchando por mostrar su mejor sonrisa, me quiso agasajar con un apetitoso desayuno que logré tragar sin hambre con la intención de que todo volviese a ser como antes lo más rápido posible. De nuevo, trágico error.


Ha pasado mucho tiempo, demasiado, y ahora veo a Diego arrepentido, sin parar de llorar, pudriéndose en una pequeña habitación donde apenas entra luz y maldiciendo la primera vez que impuso su fuerza sobre mi razón. Desde aquí veo a mis padres, familiares y amigos llorando mi ausencia. Desde aquí veo al pobre Kike preguntándose si hizo lo suficiente.


Ayer Diego, por fin, me quitó la vida pero aquella primera vez se apoderó de mi alma.

Markos – 10/12/09

6 comentarios:

Iñigo dijo...

Bravo, Markos. Muy bueno.

ROCIO dijo...

DESDE LUEGO ESTE CHICO NO DEJA DE SORPRENDERNOS... GENIAL... NOS HA ENCANTADO...

UN BESOTE ROCIO Y RAFA

Josune dijo...

Estupendo Markos....!!
Josune

Anónimo dijo...

Ufffffff. Menuda historia, me ha dejado impactado. Muy bueno Markos!!! Mario

Markos dijo...

Muchisimas gracias por vuestros comentarios, me animan mucho a seguir escribiendo.
Saludos

Jonan dijo...

Duro, impresionante y muy descriptivo.
Es genial cómo has descrito en tan pocas líneas tantas cosas.
Llevo un rato intentando hacer una frase que dejase claro que me parece brillante lo que has escrito y todo se me queda corto. Mejor te lo diré en persona.
En cualquier caso, ¡enhorabuena! estoy seguro de que el premio te da ánimos y si sacas tiempo de algún lado para seguir escribiendo seguro que consigues más.