martes, 23 de agosto de 2011

B. B. KING

El 21 de Julio nadie se animó a acompañarme a Donosti para gozar de una leyenda del blues; B.B. King o "The Street Blues Boy King".
La lluvia amenazaba pero no pudo con mis ganas de disfrutar del comienzo del Jazzaldia de Donosti donde el gran B.B. King daba un concierto en la playa de Zurriola.
A las 21.30 comenzó la banda que contaba con una sección de viento espectacular a calentar el ambiente.
Media hora después apareció B.B. King en escena muy mayor (tiene 85 años) pero con un gran sentido del humor.
Y aunque la edad no perdona y el Rey del Blues carece de la virtuosidad que le ha hecho famoso, su guitarra Lucille, me puso la piel del gallina.
 A mi y a los que estuvimos allí que eramos unos cuantos jeje.
Sin duda un concierto para recordar toda la vida.
Os dejo con la crónica del Deia.
B.B. King sigue siendo el rey

La leyenda viva del blues protagonizó un inicio de lujo en la Zurriola para el Jazzaldia donostiarra
Mikel merissi - Viernes, 22 de Julio de 2011
"UNA guitarra en el camino le enseñó que su destino era tocar y tocar…" Disculpen la osadía de haber tuneado tan gratuitamente la inmortal ranchera de José Alfredo Jiménez, pero sirve para introducir esta crónica de la inauguración del Jazzaldia e ilustrar de paso un sorprendente hecho: desde que a finales de los años 40 del pasado siglo el joven Riley B. King cogió su guitarra, no ha vuelto a soltarla. Casi siete décadas entregado al blues en cuerpo y alma. No hay presidente del gobierno que ponga fecha a su edad de jubilación: ni a los 65, ni a los 67 ni a los 85. De hecho, hace poco se retiró temporalmente y no tardó en volver. Para goce y disfrute de las miles de personas que ayer fueron a venerarle en el mismísimo delta del Urumea, en la playa de la Zurriola que acogió el Jazz Band Ball gratuito de la 46ª edición.
Llega con andares de paquidermo, maestro de ceremonias le presenta con el habitual "Ladies and Gentleman"... y él se apoltrona en la silla/trono cual toro sentado.
Hace ya tiempo que B.B. King no tiene demasiadas cosas que aportar musicalmente al blues. Toca la guitarra sentado -ya lo hizo en su actuación de hace una década en la Plaza de la Trinidad- y el lastre de sus 85 años es notorio y evidente.
Por lo visto y oído anoche en la Zurriola, parece que el músico poco más puede hacer ya, salvo pasear su leyenda por los escenarios de todo el mundo hasta morir con las botas puestas y la guitarra enchufada al ampli. Sin embargo, pese a todas las carencias mencionadas, y parafraseando de nuevo a José Alfredo, B.B. King sigue siendo el rey, al menos en cuanto a tirón popular. La playa y las terrazas del Kursaal fueron un hervidero de gente -la organización esperaba entre 30.000 y 40.000 personas y posiblemente hoy facilitará cifras oficiales- que quisieron formar parte de la leyenda del hombre que nació en 1925 en una plantación de algodón en Mississippi y que bautiza con nombre de mujer, Lucille, a todas sus guitarras. Poco importa que la rapidez de su fraseo no sea la de antaño ni que el rugido de su negra voz haya perdido fiereza. B.B. King se mantiene invicto en el trono del blues.

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